Pacificanto

Las imágenes que acompañan este acontecimiento de los sentidos y de la imaginación constituyen un contrapunto visual al encuentro del canto de las ballenas con la voz humana y con la música de los hombres, en un lugar sagrado de la tierra.

 

No se trata de una puesta en escena de un concierto sino más bien de una puesta de una experiencia que acontece en tiempo real y que no puede ser representada: presenta al espectador un lugar real bajo la tierra y simultáneamente un espacio imaginario que yace dormido en cada uno de nosotros, como en un profundo sueño.

 

La luz y las sombras, las imágenes proyectadas, unos pocos objetos, los colores y las texturas están aquí para hacer visible lo que está ante nuestros ojos y desprende un olor a azufre, pero sobre todo para dejar entrar el sonido, canto de humanos y ballenas, al recinto de la memoria y de la imaginación donde estos crean o más bien, despiertan sus propias imágenes.

 

Es una invitación a ver para escuchar y a escuchar para que algo se nos revele.