La cultura libanesa, como puede verse en los referentes de esta obra, está vinculada desde los tiempos mas remotos a un mismo sustrato cultural. De la mitología griega a la Biblia o al Corán, el camino de la sangre patrilineal y de las guerras de clanes forja las sociedades y las civilizaciones que se suceden en el mundo. Del tiempo de Cadmo al nuestro, estas estructuras culturales permanecen, intactas.
Esto nos llevó a ubicar el mundo de la obra en un solo espacio escenográfico, inspirado en el vestíbulo de un antiguo gran hotel de Beirut, parcialmente destruido durante la guerra civil libanesa de los años 70-80. El hotel acababa de ser inaugurado. Saqueado e incendiado, ha permanecido en ruinas hasta la actualidad.
Este espacio monumental es el microcosmo en el cual se debaten los protagonistas de la obra: un entorno que puede ofrecer todo aquello que sus habitantes necesitan: abrigo, alimento, y distracción. En el exterior la guerra urbana de las milicias obliga a la población del hotel a abandonar los pisos superiores para instalarse en el vestíbulo. Algunos miembros del personal siguen asegurando un mínimo de servicio a pesar del deterioro de la situación.
Los personajes de la obra encarnan en esta población a la deriva. No son más libaneses que griegos, más musulmanes que judíos o cristianos. Son nuestros arquetipos, modelos del inconsciente colectivo. Por esto los materiales de la escenografía son una prolongación de los que encontrarán los espectadores en el teatro. El " cuarto muro" del hotel está detrás del público que, de cierta manera, se encuentra integrado al escenario. En este montaje el concepto de arquitectura se impone, pues, al concepto tradicional de escenografía.
Pierre Henri Magnin
Algo similar sucede con el sonido y la imagen: se ha elaborado un diseño de sonido para que el espacio se convierta en experiencia de tiempo real, y se ha diseñado imagen en movimiento para que el tiempo tenga lugar en el espacio construido, alternando siempre entre la fábula escrita por el autor y nuestra propia fábula, que tiene lugar en el escenario. Para hacer posible esta creación, el equipo colombo-suizo ha invitado a jóvenes creadores mexicanos: Juan Ernesto Díaz (diseñador de sonido), Pablo Ramírez (fotógrafo de cine), Kay Pérez (iluminador) y Hugo Arrevillaga (director residente), cuya imaginación, talento y experiencia han sido definitivos en la configuración de nuestro proyecto.
Heidi y Rolf Abderhalden Cortés
Marzo - abril, 2009